Anotaciones sobre el placer en los procesos de trabajo (III)
Ocho ejercicios de reflexión sobre las complejidades del hacer creativo
Publicado en Molusca el 02/06/2024
Por Pedro Marrero Fuenmayor
@torojones_
Preámbulo
El placer es un eje que atraviesa el campo de reflexión y movimiento de Mollusca. Es una noción que nos atrae en su sentido amplio, complejo, político, poético, multiforme, subjetivo y compartido. Para ahondar en este fluir, llevamos adelante una investigación abierta y colectiva con la participación de creadores, investigadores y gestores culturales de distintas generaciones y contextos latinoamericanos que comparten reflexiones desde su hacer. Para la tercera entrega de esta serie editorial, les invitamos a pensar en torno a: ¿Cómo toma cuerpo y fluctúa el placer en tus procesos de trabajo? En el contexto de tu práctica — o vida en general — , ¿el placer es un elemento que genera vínculos? ¿Qué lugar tiene el placer de otras personas en tus orientaciones de trabajo? Estos registros aportan al repertorio de dinámicas y conexiones movilizadas por el placer como energía vital, como insumo de trabajo y como ejercicio de micropolítica.
Carlos Katan:
El placer como renuncia
«Es indudable, no obstante, que el relevo del principio de placer por el principio de realidad puede ser responsabilizado sólo de una pequeña parte, y no la más intensa, de las experiencias de displacer».
Sigmund Freud
1.
Supongamos que tenemos una idea
de lo que el (dis)placer es capaz
¿hacia dónde podrían dirigirse nuestros actos?
hacia las obras no inacabadas o estrelladas contra el muro de nuestras fantasías,
sino a la ruina de lo nunca hecho o abandonado
al ojo ciego de quien se queda allí esperando
otras afirmaciones
otro sí
tal vez
como el placer narrado en negativo
— los días laborales
la parte rota del sueño
los otros que no llegan
sin mirar nomás que al ciclo infinito de la reencarnación
la falta de tiempo
pues no se mira sino a través
del ojo que entra en otro ojo
que entra en otro ojo
y así…
Cuadrado negro (1915). Kazimir Malévich.
2.
Difícilmente puedo imaginar la realización de mi vida sin una búsqueda del placer, pero no en un sentido hedonista, sino más bien como un vaciamiento. La idea del placer como renuncia. La renuncia a necesitar, la renuncia exigir ciegamente, y con ello la entrega al vaciamiento de mi vida sobre la obra y los afectos. Creo que allí encuentro el verdadero placer. Cuando mi persona se vacía de sí en la cercanía de quien se ama, o en la realización misma de la escritura y el pensamiento. Concibo el placer en un sentido negativo, de la misma manera en la que se dirige mi pensamiento, el placer a través de la ausencia y de la supresión de la necesidad.
La creación de obra como una supresión del deseo de realizar obra, el amor como una supresión del yo. La soledad, en este sentido, la íntima soledad, como supresión del tiempo productivo. Y el ejercicio del pensamiento como supresión de la exterioridad ciega, como vaciamiento en la inmanencia del mundo.
Por eso quise empezar el texto con una apreciación negativa del placer, como una muestra de displacer, para despejar el sentido, o dar mejor dicho una dirección al borramiento de todo lo hasta ahora dicho.
Clemencia Labin:
Placer de chocolate
Telón y cuadro vivo flor. Clemencia Labin: Telón MI JUNGLA (2023). Banner pintado con acrílicos y barra de óleo industrial negro (5 x 3,50 metros).
Maracaibo, 40 °C bajo sombra.
Cuando entra la calma después del almuerzo y el calor sofocante obliga a un pequeño descanso, me deslizo sin hacer ruido y sin ser vista, hasta la despensa. Ya adentro, segura, comienzo a comerme cuadrito por cuadrito un inmenso chocolate La India.
El deleite después de un día de trabajo, es un placer comparable al que se siente cuando el chocolate amargo se derrite en la boca dejando ese sabor dulce, cálido y empalagoso entre los labios. Es un placer de corta duración, siempre sustituido por la angustia del logro del día próximo.
Quise dar este ejemplo, que de niña me hacía feliz, para demostrar de forma simbólica lo que significa para un artista lograr una meta, en esa eterna lucha por encontrar inspiración. Este ciclo de placer y ansiedad se repite en la vida del creador y se mantiene constante hasta la muerte. El artista nunca deja de soñar o de imaginar esa nueva versión, que supere lo hasta ahora logrado. Está condenado a la eterna búsqueda, porque en ella a ratos encuentra el placer.
En el jardín de La Casona me creía una flor y había que regarme para no morir de sed.
También es importante para la mayoría de los artistas, lograr trascender y compartir su trabajo con su entorno. El reconocimiento es sin duda otra fuente de placer, por darle validez y valoración a la obra.
Jana Fanjul — Hijas del Arte:
Los afectos y el después
La forma en la que se desarrolla mi placer con el trabajo, sin dudas, se sale de lo esperado. Cuando comencé a recorrer el mundo del arte porteño, allá por el 2018, a los 26 años, casi no conocía a nadie y lo único que hacía era visitar galerías a partir de las 18h, cuando comenzaban las inauguraciones — momento en el cual mi cuerpo pedía una copa de vino y charlar, una sensación de ser estar oculta y ser vista — . Tal vez eso fue lo que me impulsó a compartir lo que veía en las redes, una instancia ambigua de distancia y cercanía respecto de la gente.
El proyecto estaba dividido en varias etapas: primero construir una comunidad sólida en Instagram, después abrir un espacio, seguido de conectar la información a nivel nacional, y así proyectar en el futuro.
Durante el día, sacaba fotos en restaurantes multitudinarios, y en cada receso construía lazos virtuales. Terminaba el horario y los continuaba offline. Buenos Aires parece inmenso hasta que conoces el sistema del arte y empiezas a sentir claustrofobia, se achica el circuito o el circuito achica al que está dentro; en fin, el tema es que para todo hay un sistema limitado por el propio circuito.
A mí me gustaba. Era una época donde tenía la fantasía de tener muchos contactos, leer muchos textos curatoriales, conocer a muchxs artistas, y expandir el arte a muchas personas. De alguna manera, en ese entonces forjé mis primeras amistades artísticas-intelectuales, nos decíamos gracias por tanto y hasta te quiero.
Espacio Hijas del Arte, Buenos Aires, Argentina, 2024.
Así pues, la vida no tardó en traerme más amigues y más aventuras, y una noche del 2021 decidimos abrir Espacio Hijas del Arte, nuestro propio espacio de exhibición y reunión. Contra lo que esperaba, al cabo de tres meses apareció una propuesta inigualable, no quiero decir por casualidad porque no creo más que en el movimiento del deseo, pero realmente fue único, y alquilamos. Recuerdo que pensé: no veo la hora de ver a todxs mis amigues conversando acá. Apenas puse los pies sobre el espacio, todo lo que imaginaba y lo que no tenía en cuenta se hizo realidad. Un bellísimo espacio donde crear, compartir y vincularnos. Con el tiempo fui sabiendo más de gestión, de espacios y personas. Encontré placer en el diálogo creativo, en la creación de ideas y la halaguería interna. En pensar una idea, diseñarla lentamente, pitchearla y verla nacer. En que más personas se sumen, apoyen, viralicen. También en conectar patrones en obras dispersas, en disponer luminarias y recibir a la comunidad.
Insisto hace años en que el placer está en los afectos y en el después, ese momento de calma tras caóticas horas de sociabilidad, cuando llega el momento de silencio e introspección. En el equilibro fundamental entre el ruido y el silencio, y en el flujo constante de inspiración y potencia que me impulsa hacia adelante.
El placer, en última instancia, actúa como un motor de satisfacción, sabiendo que es la misma búsqueda del placer donde encuentro mi verdadero propósito. Hoy, al finalizar la primera muestra del 2024, dejé pasar unos minutos y pedí una red velvet, subí a la habitación de luz tenue amarilla y deslicé un tenedor por la suave torta. Me puse a leer Mollusca para inspirarme a escribir sobre el placer, y ahora reparo que solo existe en contraste con la soledad y la vorágine, porque el placer, queride lector, es adicto al amor y a la adrenalina.
El placer
es
energía.
Foto: Jana Fanjul, 2024.
Angie Roby — VOCALES VERTICALES:
El placer como motor creativo
La experiencia del trabajo en Vocales Verticales va más allá de la mera realización de tareas: se centra en encontrar auténtico disfrute en cada fase del proceso. Esta sensación de satisfacción no solo impulsa nuestra creatividad, sino que también influye profundamente en los resultados que buscamos alcanzar.
Desde el inicio de un proyecto hasta su conclusión, hay una conexión significativa con mi labor cuando experimento una genuina satisfacción. Este sentimiento se manifiesta como entusiasmo al abordar nuevos desafíos y como una sensación de logro al superar obstáculos. Es una alegría intrínseca ver cómo las ideas cobran vida, lo cual infunde energía y motivación al trabajo diario.
Además, esta experiencia no es solitaria: actúa como un puente que nos conecta con otros creadores y colaboradores. Observar cómo otros encuentran gozo en sus propios procesos creativos nos inspira y motiva a explorar nuevas perspectivas. El placer compartido crea vínculos significativos y fomenta un sentido de comunidad donde cada individuo aporta su propia chispa creativa.
En Vocales Verticales, el valor del disfrute no solo se refleja en nuestras creaciones, sino que también influye en nuestras interacciones internas y externas. Nos impulsa a buscar constantemente nuevas formas de expresión y a valorar la diversidad de enfoques dentro de nuestro equipo. El disfrute en el trabajo no solo es un componente esencial, sino que también es un indicador de autenticidad y significado en lo que hacemos.
En conclusión, en nuestra experiencia, el placer en el trabajo es un catalizador poderoso que impulsa la creatividad y fortalece los lazos humanos. Es un componente vital en lo profesional y lo personal, que enriquece nuestras experiencias individuales y contribuye a vincular una comunidad creativa vibrante y en constante evolución.
Fotos: Vocales verticales, 2024.
Carlota Roby:
Accionar lo que podría ser
Foto: Vocales verticales.
Hay un bosque muy oscuro. Se escucha el crujir de las hojas, la respiración lenta y sigilosa de algún animal que te acompaña. Hay angustia. Estás en el medio de la nada y de repente, en el fondo, ves una ventana pequeña con una luz encendida; es tan pequeña y borrosa que crees que estás imaginándola. En cualquier caso, te lanzas al vacío de la oscuridad porque te has convencido de que la luz en esa ventana es real, y allí debe de haber alguien, y tal vez te hiervan un poco de agua y te regalen un poco de té.
Así se siente empezar un poema. El placer yace en lo que podría ser, en lo que imaginas, en el potencial que le adjudicas a las líneas que has escrito. Creo que es el punto más álgido del placer; también el más delirante. Muy parecido a los momentos tempranos de la seducción, cuando solo puedes imaginar lo que podría pasar y cómo sería y cómo se sentiría. Es erótico y es placentero, y es, por supuesto, altamente idealizado.
Luego chocas con el muro de la realidad y solo ves las sombras de las ramas; ya no ves la ventana, ni ves el humo de la tetera, ni puedes imaginarte bebiendo un sorbo de té. Hay un quiebre, algo así como el realismo respondiéndole al romanticismo, o de Maupassant recordándote que la vida es terrible y que todo lo que haces para minimizarlo no es nada más que escapismo. Y aquí nos conviene regresar a lo mencionado: sSi la causa de nuestra angustia es la libertad y la cura nuestra decisión de hacer algo sobre esa base, ¿qué vamos a hacer entonces con nuestra preciada libertad? La inacción no nos dará ni la respuesta ni el placer. Debemos ser militantes de nuestra propia vida, incluso si eso significa perseguir fantasías por un rato, delirar un poco.
El placer como trabajo
El placer, en relación con mi proceso creativo, implica estar comprometida en lugar de estar distante. Contrario a lo que solía creer, ciertamente no prospero en la saciedad y el descanso. En algún momento de mi vida, pensé que el placer vendría de descansar después de completar tareas, una condición muy saturnina, la idea del deber por encima de todo, particularmente del placer. Pero lo que he descubierto es que me siento perdida cuando he terminado, como si todo ocurriera y de repente: el vacío. Me gusta estar ocupada y obtengo placer de ello. Para mí, la existencia humana significa trascendencia, no inmanencia. Significa acción constante. No se me escapa que este es un placer muy existencialista, y para mí, la idea de existir, la materialización de mi existencia, se encuentra ampliamente sujeta al escribir y a la libertad.
Foto: Vocales verticales.
Sobre la poesía y la libertad
Pienso siempre en el papel que la poesía tiene en mi existencia humana y en la concesión de placer y significado. Detesto la instrumentalización de la poesía — ni es un medio para algo, ni necesita ser defendida o justificada — . Pero para mí la poesía engloba al lenguaje, y el lenguaje engloba la idea del “Ser”. Es decir, si voy a hablar de placer, voy a hablar invariablemente de la poesía, que es lenguaje y es Ser y soy yo. De esta forma, la poesía no es solamente una forma de ver el mundo, es una forma de SER en el mundo.
Tampoco puedo hablar de placer sin hablar de libertad. Todos los días, la vida nos reclama hacer un balance entre la sumisión y la resistencia, y en nuestros procesos, no somos nada hasta que nos hacemos, y en esto tenemos completa libertad. Tan libres somos, que nos ponemos nerviosos. La famosa angustia existencialista tiene una causa: nuestra libertad; y también una cura: la decisión de hacer algo sobre la base de esa libertad. El placer, entonces, se emplaza en el medio de esos dos puntos.
Sobre los otros
El poeta no puede pensar mucho en los otros; es decir, no puede pensar demasiado si los otros verán algún valor en lo que escribe, porque no escribiría. Aun así, el esfuerzo que lleva el tratar de entender el mundo en el que vivo me da placer, y este mundo incluye a los otros. Se trata de brindar una oportunidad de transformación para otros y para mí misma. Si el poema contribuye, aunque sea a una sola persona, a comprender el mundo que la rodea, a forjar su propia existencia o a inspirarse, me produce gran satisfacción — aunque esto nunca lo sabré con certeza — . Como aquel individuo en el bosque oscuro, persisto en imaginar que en la distancia hay una ventana con una luz encendida, lista para compartir un poco de té y poesía.
Foto: Vocales verticales.
Pedro Marrero Fuenmayor:
Enredarse con algo o alguien hasta lo irreconocible
Cuadernos de trabajo. Pedro Marrero Fuenmayor, 2024.
Me observo trabajar. Empiezo a leer Metamorfosis de Ovidio, por placer y por trabajo a la vez. Sin el combustible del placer, no parezco poder terminar, con mis fuerzas, ningún trabajo. A veces ni empezarlo. El otro día, empezando a escribir esto, me dije que cuando — y si — el trabajo no es negocio, no hay nada que impida enredarlo hasta lo irreconocible con el placer. Hoy pensé, sospeché, que soy más fiel al placer que a la subsistencia, cuando — y si — trabajo por placer y no por negocio, porque corro lentamente el riesgo de caerme en la ruina, la indigencia, la inanición, la extinción.
Uno de mis mejores placeres, en el límite del cuerpo, es pensar. Suelo pensar, insistentemente, en imágenes. Cuerpos. Formas. Quietas o en movimiento. Pero es mejor mi placer de pensar cuando — y si — pienso con palabras. Si contengo mi pensamiento abstracto y caótico en palabras. Ovidio: «En el principio existía sólo el caos, mole informe donde se mezclaban los elementos».
Vuelvo a leer a Ovidio y vuelvo a parar para asomarme a la trampa de la etimología de la palabra ‘placer’. Placer es distraerme de aquello que mi pensamiento busca incesante, mas no incansablemente: una suerte de conclusión, de culminación del pensamiento que nunca se consigue en vida. No solo final, sino cierre. «La palabra placer viene del latín placere (gustar, agradar) y este se asocia con la raíz indoeuropea *pla-k (plano), presente en las palabras: ‘playa’, ‘placenta’», y ahí dejo de enumerar palabras que no asocio con el placer, como ‘plazo’ o ‘pleito’.
Supongo que el placer aplana por instantes las asperezas del cuerpo y de la mente. Luego, la mente y el cuerpo yacen y reposan juntas para amanecer preñadas de nuevos placeres, en una relación horizontal. De dos o más. Lo mismo pasa con aquellas personas que toco cuando pienso en ellas pensando y diciendo, y cuando — y si — pienso y digo con lo que ellas dicen y piensan, enredándonos hasta lo irreconocible.
Pedro Marrero Fuenmayor. Acción “TOCO CON MIS PALABRAS, CON MI PRESENCIA, CON MI SER, CON MI ESENCIA (a la memoria de Neil Marcus)”, en el 1er Encuentro Cuerpos en Periferia — Creaciones al margen, organizado por Decires del Cuerpo en Posada Bambuzal, Caracas, Venezuela. 28 de mayo de 2022. Registro de Gladis Cárdenas.
Se espera del trabajo que produzca un resultado. Según mi deformación profesional (como deforme profesional), si no hay placer no hay resultado. Aunque los resultados adecuados inevitablemente resulten en más placer. Según mi deformación profesional, el placer siempre gana. Nos gana incluso, o principalmente, a nosotres. Se sufre, pero él siempre goza.
El placer, como el cansancio, fluctúan entre mi cuerpo y mi mente, y conversan y negocian en el límite como en una zona fuertemente desmilitarizada. A veces, llegan a treguas, y es el placer del descanso, un acto potencialmente radical y disruptivo. El placer y el cansancio comparten una columna vertebral que se diferencia en una franja en su centro, en el umbral del cero, como en el cuerpo de un lápiz bicolor que señala en dos direcciones supuestamente opuestas. La estrategia de mi placer en el trabajo implica señalar en todas las direcciones, un reguero de colores que se enredan hasta lo irreconocible. Dis-traerme.
Si por mí fuera, ‘placer’ provendría de alguna raíz que signifique enredarse con algo o alguien hasta lo irreconocible. «No había sol ni luna ni aire ni tierra ni mar; sin esencia durable, todo estorbaba a todo, y luchaban mezclados lo frío y lo caliente, lo mojado y lo seco, lo grave y lo leve» (Ovidio).
Espacio de trabajo. Pedro Marrero Fuenmayor, 2024.
Hay mucho placer conseguido en el juego, en hacer encajar travesuras e ingenios que solo uno, o acaso un pulpo, entienden, y eso se traduce siempre en sonrisas perversas que a veces solo percibe la pantalla con su luz azul que luego no deja dormir, o acaso el espejo negro de la máquina, cansada de esperar.
NOMASMETAFORAS:
Hacia una resolución no objetual del habitar y otras formas de éxtasis
¿Cómo desear diferentemente? Es una pregunta frecuente en nuestro imaginario hacia otras formas de hacer relación. El placer se habita entonces siempre entrelazado y tejido a ese darle cuerpo a otras formas de hacerse del deseo, hacia el cómo desear diferentemente; hacia el cómo repetir diferentemente. ¿Hacia dónde desear cuando las pulsiones no pasan por lo que aprendimos en la objetualidad de las in-relaciones como espacio imperativo?, ¿cómo desear a partir de resonancias que no sabíamos, escondidas bajo la cosificación de todo lo que no somos nosotrxs?, ¿cómo desear diferentemente, al haber nacido en la cosificación de un espacio colonial como imperativo territorial?
Tecnologías del sueño. NOMASMETAFORAS.
El placer entonces pasa a gestarse en gerundio hacia ese desvelar otras formas de desear, y otras formas de desear tienen que ver inherentemente con desanidar el imperativo neoliberal como transacción objetual de cuerpos y materias, que es como habitualmente tendemos al placer desde una dialéctica objetiva.
Para hablar del placer, tomaremos un espacio matriz en nuestra práctica que es el soñar: ¿cómo soñar diferentemente?
Tecnologías del sueño. NOMASMETAFORAS.
El dormir en nuestros cuerpos es resonante a la rotación y traslación del planeta, y el cómo acceder a habitar nuestros cuerpos como lo que llamamos ‘legislaciones cosmomórficas’, parte de un saber que los truenos, respondiendo a nuestro llamado, es nuestra dimensión política de la técnica, y que el soñar nos dice lo que pasará pasado en tiempos espiral. Hay placer entonces en los tiempos espiral. Y ahí es en donde posicionamos el placer; en ese espacio del caminar el deseo hacia una resolución no objetual del habitar, en otras formas de éxtasis, distintas a las habituales del tiempo lineal.
EL COLIBRÍ. NOMASMETAFORAS, tomada en la tulpa de la UAIIN-CRIC en el marco de los encuentros ‘Pedagogías de Imaginación Espiral’, 2023.
Al empezar entonces a habitar el sueño desde un lugar lejano al estudio taxonómico del consciente y su opuesto binario, pasamos a un lugar del soñar como una conversación con plantas bajo nuestra almohada, a camas de bosque y mundos que, desde un saberse relación de relaciones, nunca perdieron el secreto. Podríamos pensar en el juego como metodología entre el deseo y el placer, en ese empezar a dormir con plantas cuando no había instrucciones para hacerlo, y así dejar emerger formas desconocidas que implican un espacio de anticipación, una especie de plasticidad neuromotora, ligando esa relación entre lo que las plantas empiezan a abrir y lo que el soñar empieza a revelar sobre lo que viene en nuestro habitar como cuerpos. ¿Cómo acceder a nuestra mente desde otro lugar a la operatividad de la representación como única vía?, ¿cuál es el espacio que no podemos ver sobre nosotrxs mismxs en esa distancia entre lo simbólico y el cerebro? Desde ahí nos interesa el empezar a soñar; y el placer habita en abrir mundos otros al que el uni-deseo imperativo nos impuso como colonialidad, aquí y allá; en las tierras que pagan el terraje y las que construyen el edificio con sus minerales. El placer empieza a abrirse como ese habitar las nuevas herramientas, que ya no vienen desde casa del amo; y esos mundos no se narran ni tienen la necesidad de ser narrados: se habitan, y deshacen fronteras por resonancia.
TECNOLOGIAS COLECTIVAS DEL SUEÑO. NOMASMETAFORAS, activación performativa en el marco de la exposición ’Sembrar la duda’ del Museo de Arte del Banco de la República, 2023.
¿Adónde llevarlxs? Nos llama a juntarnos como cuerpos en colectividad, a compartir ese espacio del soñar. Nos interesa la materialidad del conjuro simultáneo entre cuerpos diferentes como presencia interactiva, y un empezar a abrir mundos hacia lugares diferentes al del tiempo unidireccional. Sabemos que no es exactamente naturaleza el soñar con plantas de toé ligadas a nuestras trenzas sembradas en sus raíces, ello excede hace mucho lo que llamamos natural. Hablar desde Abya-Yala es llegar a la plasticidad motora de espacios, ya no en la validación de esquemas botánicos que necesitan a gritos seguir siendo afirmados, sino en la plasticidad motora de un convertirse en jaguar; cuando esto no ha sido nunca una metáfora.
PEDAGOGIAS DEL SECRETO. NOMASMETAFORAS en la laguna de los 9 colores, en el marco de la visita del Consejo Regional Indígena del Cauca a Paris, 2022.
El deseo es la manifestación material de una reciprocidad entre cuerpos diferentes; el placer es su transformación como equivocidad, aquel espacio en donde comprendemos lo que compartimos, son las diferentes formas de no entendernos, para iniciar un beso.
Nunca ha sido una cuestión de ojos, cuando una nube se está haciendo y me está haciendo en ella mientras la veo.
Alejandro Vásquez Escalona:
El corredor que traía flores
Ella coloca flores de trinitarias que traje a casa del circuito donde corro en las tardes. Su cuerpo deja un olor a sándalo a su paso. Miro el lago de Maracaibo. La mujer desordena mi cabello con su mano y expresa: “negro, deja descansar esa cabeza, siempre imaginando proyectos”. Seguramente pensaba en escribir. Asumo que la fotografía es como una mujer olorosa a emociones íntimas recién amanecida, que nos diafragma el iris en contornos. Volúmenes. Claroscuros y tonalidades cromáticas. Nos fragmenta el corazón en sentires brumosos lejanos a lo tangible. Y para esa mujer, nos cargamos de sensualidad al acariciar su cuerpo. Le acomodamos los lentes como parte de un acto creador. La llevamos a pasear. A sentir la luz y sus contornos. A fisgonear la vida en impune confesión. O a construir universos imaginarios en el reposo reflexivo. Vivía un momento creativo cálido. Quizás pensaba en alguna estructura de guion para una serie televisiva sobre artistas visuales de la ciudad. En las dos mujeres que similar a silbos de sensualidad estética, braceaban conmigo en el cauce de la creación audiovisual, para la televisora de la Universidad del Zulia. Fue un tiempo de goce. Concienciaba la unicidad entre placer y creación. Llevaba siete años como corredor asiduo. Leía a Haruki Murakami.
Pescados capitales. Alejandro Vásquez.
No concibo el proceso creativo en la desolación, a pesar de que en el pasado quizás sentí con simpatía que la creación surge ineludiblemente del desbarranco. De la autoflagelación de acuerdo al romanticismo de la modernidad. Antes, en los años ochenta, estuve casi un año sin empuñar la cámara, ni la palabra, ni nada similar al disfrute creador. Salí del abismo de una encrucijada vocacional y amorosa porque un día me hice fotógrafo. Decidí desamordazar la mirada. Cerrarle el ojo del corazón a la melancolía, como diría Víctor Valera Mora. Enamorar a los amigos con mi quehacer. Ahora, soy fotógrafos para colocarme más allá de la ráfaga de preguntas e interrogar viendo. Para navegar las veredas acuosas de la vida como lagartija pluricolor y pluricontraste. Porque mirar, pareciera ser el bostezo de la retina que anhela lamer el universo visual para que gotee la savia del entusiasmo. La fotografía fue mi bitácora. No la salvación.
Lagóleo II. Alejandro Vásquez.
A mediados de la década del 2000, muchos vivimos un aroma grisáceo que se metió en todos los espacios de Venezuela, y la desesperanza surfeo en las rendijas del corazón de millones de venezolanos. Me marché del país porque me acorralaron las circunstancias que crea el pensamiento único desde el poder. Y casi quiebra las alas a mi alegría. Porque habitábamos en un solipsismo de multitudes que marchaban uniformadas en dos bandos distintos en apariencias.
Viví durante tres años en Montevideo. En los meses iniciales, habité un invierno de cielo cenizo. Frío implacable. Embobada la mirada. Guardada la palabra en la talanquera del desarraigo de migrante. Entumecidas las piernas y el deseo de beber la brisa en tren de corredor. Siempre he tenido un cuaderno de anotaciones para bocetar imágenes a elaborar, textos surgidos de la dinámica diaria. Precisiones sobre personajes o espacio que me seducen. En ese tiempo, transcribía a la libreta las penumbras de mi corazón. La desesperanza como mermelada para untar el pan del desayuno. Largo de mencionar, un día volteé el cuaderno y por su anverso escribí un relato. A la otra madrugada uno más. Y uno más. También continué el proceso de construcción de imágenes narrativas que inicié en 2011 en Maracaibo. Mis fotografías no hablan de los relatos textuales, son narraciones autónomas. Ni lo relatos ilustran las fotografías. No fotografío para narrar algo premeditadamente. Ni escribo para esto tampoco. Simplemente escribo o creo fotografías con la vitalidad de lo lúdico. Para llenar mi cuerpo/hogar con un tsunami de gozo. Amedrentar los vacíos en este viaje. Aunque sé que el universo se mueve en un permanente surge, desaparece, surge, desaparece.
Sueño con serpientes. Alejandro Vásquez.
Desde hace cuatro años escribo y publico consuetudinariamente en Noticia al Día y Contratapa. Namaste a la palabra. Ahora sé que poseer un proyecto estético en movimiento es lo que me asienta en la alegría de saborear la savia del goce. Del disfrute. Y que los sueños son para que el corazón descanse en los intersticios de ese proceso.
Amor ciego. Alejandro Vásquez.
Soy corredor consuetudinario desde hace 28 años. Yogui desde hace tres. Murakami es mi sensei. Mayores posibilidades de surgimiento de las alucinaciones creativas desde un cuerpo en levedad. En armonía con el cosmos. Mi proceso creativo es cándido. No escribo ni fotografío para la trascendencia. No busco su validación en el ámbito del arte. Pero cuando me levanto después de escribir o construir una imagen de putamadre, siento un éxtasis orgásmico. Parodiando a Michael Ondaatje. No escucho el esmeril del herrero, ni la salpicadura de las olas del lago. Ni la olla sobre la cocina que se derrama. Solo escucho mi corazón latiendo sobre el ordenador como si estuviéramos muriendo juntos. Después pienso, merezco una cerveza. Y me acuerdo de María Elena, de Marianela. De Ivett encantada con las flores que trajo el corredor que regresa airoso.
Hogar. Alejandro Vásquez.
Participantes:
Carlos Katan es un poeta y editor venezolano radicado en España. Es autor de los libros Formas de la Aridez (Alliteration, 2020) y El Libro de las Máquinas (Ultramarina, 2021). Es licenciado en Filosofía por la Universidad Central de Venzuela. Fue ganador del III concurso de poesía Lugar Común — Embajada de Italia (Venezuela — 2018).
Clemencia Labin es pintora y artista de performance residenciada en Hamburgo, Alemania. Nace en 1946 en Maracaibo, Venezuela, donde reside hasta 1970, cuando se traslada a Nueva York a realizar sus estudios en Columbia University, donde obtiene una licenciatura en Artes (BA) y una maestría en administración de empresas (MBA). En 1975 se traslada a Alemania, donde realiza estudios en la HfbK (Academia de Arte de Hamburgo) con los profesores Kai Sudeck, Franz E. Walther y Sigmar Polke. En 2000 inicia y organiza el proyecto Velada Santa Lucía en su ciudad natal Maracaibo, Venezuela, un festival de arte que involucró a la comunidad de Santa Lucía. Trece años consecutivos de realizar la Velada, convierten al evento en un punto de referencia artística nacional e internacional. 2013 cierra el ciclo con una “Gran Velada Final” donde participaron más de 400 creadores. En 2011, Clemencia representa a Venezuela en la 54° Bienal de Venecia. De 2015 a 2017 inicia y organiza el proyecto Velada Remix, en Hamburgo, Alemania. En 2023 y 2024, ha iniciado y organizado el proyecto Entransito en San Antonio de Portmany, Ibiza, España.
Jana Fanjul es una gestora y marketer cultural argentina. Asesora a artistas y galerías en estrategia de carrera, ventas y posicionamiento. Además de dirigir el proyecto Hijas del Arte, cofundado en 2018 con Gabriela López, ha colaborado con Martín Bauer como estratega de contenido para el Festival No Convencional y con 433, una plataforma de educación en música contemporánea. También brinda asesoramiento a la marca Talenta Galería y a más de 40 artistas mensualmente en temas de carrera y organización. Recientemente obtuvo un subsidio por la Fundación Williams para desarrollar “Hijas del Arte Federal”, un proyecto que tiene como objetivo crear una red de difusión y actualización sobre el arte contemporáneo argentino, con perspectiva federal. En Espacio Hijas del Arte se centra en la visión y administración, junto con Victoria Acosta y Victoria Storni.
Carlota Roby es poeta, abogada, servidora de gatos y cofundadora de Vocales Verticales. Su libro Lilith será publicado próximamente con Editorial Titntapujo.
Vocales Verticales es una iniciativa colaborativa dedicada a cultivar espacios inclusivos para personas que comparten una pasión por la poesía, la literatura y las artes. Cofundada y dirigida por Carlota y Angie Roby, su misión es hacer accesibles estas experiencias enriquecedoras y fomentar conexiones entre personas afines. Vocales Verticales cree en la naturaleza democrática de la poesía y aboga por su disfrute universal.
Pedro Marrero Fuenmayor es un investigador, artista y activista nacido en Caracas, Venezuela, en 1984. Formado en la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela, su actividad se ha centrado en la investigación, escritura, difusión y activismo en materias de arte y cultura contemporáneas y la discapacidad en tanto fenómeno social, cultural, corporal e histórico, y como categoría política e identitaria. Ha publicado textos para/en: Tráfico Visual, Organización Nelson Garrido, Sala Mendoza, Macolla Creativa, GOMA, Terremoto, así como para artistas como Blanca Haddad, Julián Higuerey, Florencia Alvarado, Adriana Genel, Angyvir Padilla y Paula Mercado. En 2023 diseñó y dictó el programa de estudio “CUERPOS REBELDES: Interseccionalidad crip-queer y cuestionamiento político de la normalidad” en el Sustrato de estudios de Mollusca.
NOMASMETAFORAS es un colectivo integrado por Clara Melniczuk y Julián Dupont, que trabaja desde las prácticas en arte contemporáneo, las pedagogías y la imaginación espiral ligando una constelación entre Francia y Colombia. Comprometidos con el conocimiento indígena de la región del Cauca, su práctica artística se articula en la activación de espacios de escucha y reflexión que mantienen una búsqueda constante por desarticular el antropocentrismo para permitir un habitar múltiple más allá de lo humano. Actualmente trabajan como dinamizadores-pedagogos en la Universidad Autónoma Indígena Intercultural del Consejo Regional Indígena del Cauca, en donde coordinan espacios de encuentro y alianza entre las artes y las pedagogías de Abya-Yala, entre ellos la residencia ‘La Escuela del Pluriverso’, el espacio escultórico ‘La casa de los Sueños’, y la creación de un futuro programa pedagógico en la UAIIN-CRIC ligando las prácticas en arte contemporáneo, la filosofía, y las medicinas tradicionales.
Alejandro Vásquez Escalona nací de parto rudo en las montañas de Trujillo, Venezuela, en 1956. Fotógrafo. Hijo de campesinos. De liceo en liceo atravesé el país. Anduve extraviado casi hasta los treinta. Luego me encontré con la fotografía. Mi barricada es la imagen para hacer silencio y acercarme a la sabiduría de lo sencillo, de lo intrascendente. Docente de la Escuela de Fotografía Julio Vengoechea y la Escuela de Comunicación Social de la Universidad del Zulia (Maracaibo-Venezuela, 1987–2018). Licenciado en Periodismo Audiovisual por esa misma Universidad (1986). Con posgrado en Teoría de las Artes de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna en Tenerife, España (2003). Master en Creatividad Aplicada Total (MICAT) por la Universidad Santiago de Compostela (1998). Ahora soy viejo pero feliz. Continúo extraviado, pero hago fotografías y escribo cuentos.
Editado por Marianela Díaz Cardozo.