Anotaciones sobre la imaginación
como parte del evento de clausura de Habitación Múltiple #2 de Daniela Alfonsina Reiter en la Sala 6 del MuseoJacobo Borges, el 23 de febrero de 2025.
por Pedro Marrero Fuenmayor
Se trata de mis reflexiones sobre el tema en forma de diario escrito en diciembre de 2024 enrespuesta a la invitación de la artista.
Habitación Múltiple #2 estuvo en sala desde el 28 de octubre de 2024 hasta el 17 de marzo de 2025.
martes, 3 de diciembre
[“And ny the castel swiche ther dwelten three;
That oon of hem was blynd, and myghte nat see,
But it were with thilke eyen of his mynde,
With whiche men seen, after that they ben blynde”.]
“Y en el castillo habitaban tres;
Uno de ellos era ciego y no podía ver,
Excepto con los ojos de su mente,
Con los cuales los hombres ven, después de volverse ciegos.”
-Geoffrey Chaucer, Los cuentos de Canterbury (c.1400)
miércoles, 4 de diciembre
Llevo al menos dos semanas dándole vueltas al concepto de imaginación, atendiendo a la invitación de Daniela Alfonsina Reiter para conversar sobre su exposición Habitación Múltiple #2. Como me es imposible visitar la exposición antes del encuentro, tengo que usar mucho la imaginación para conocer la obra, ayudado, por supuesto, por los recursos de la fotografía, el video y la mensajería, y Daniela. El tema de lo remoto y de hablar o escribir sobre lugares o eventos en los que jamás he estado, es parte de mi práctica como escritor e investigador, y en gran medida es así por vivir en un país con condiciones de accesibilidad muy precarias para las personas con discapacidades, y por mi propia movilidad reducida. Ambas cosas me obligan a usar la imaginación para sobrevivir. Afortunadamente, siempre se me ha dado bien eso de imaginar. Quienes me conocen desde la infancia me recuerdan como alguien con una imaginación muy activa, expresada en el humor, en los personajes que creaba en mi adolescencia, en mis dibujos, en la fantasía erótica. En esto último, consigo un punto de contacto, un vínculo, con el universo creativo de Daniela, y específicamente con su exposición en curso.[...]
jueves, 5 de diciembre.
A estas alturas no sé si Daniela me invitó a hablar de la imaginación o si lo imaginé. Lo que sé, es que al empezar a meditar sobre el tema de la imaginación y el motivo de la habitación en el trabajo de Daniela, inmediatamente pensé en Bachelard. Durante el año, trabajé mucho con La poética del espacio (1957), que su autor describe como una “encuesta” sobre espacios que dan lugar al nacimiento de imágenes poéticas en la imaginación creadora. Aunque Bachelard se dedicó a estudiar la creación de imágenes poéticas en la literatura, me he permitido aplicar su pensamiento también a las imágenes visuales creadas por artistas plásticos y audiovisuales, y supongo que no soy el único. Más allá de su célebre poética del espacio, Bachelard compuso toda una filosofía de la imaginación en una curiosa -y poética- conexión con los elementos, y es uno de los principales referentes teóricos para hablar del tema en la contemporaneidad, más allá de la psicología y la neurología. Para Bachelard, la imaginación es una fuerza creadora que tiene la mente, totalmente distinta y superior al mero hecho de percibir o recrear la realidad. Esta facultad de concebir con “el ojo de la mente” realidades nuevas y autónomas que quizás puedan llegar incluso a materializarse, está directamente conectada con la libertad y con el deseo. El deseo es uno de los motores más frecuentes de la imaginación. La imaginación puede ser activa y voluntaria, podemos inventar una realidad tal como la deseamos y llamarla fantasía; también podemos abandonarnos a sus caprichos pasivamente y llamarlo malpensamiento, ensueño húmedo. Ambas formas de la imaginación se han considerado activas. Según ha permeado en el habla común, una imaginación activa es una imaginación especialmente inquieta, prolífera, desinhibida, irrestricta. Pero en la psicología junguiana, donde tiene su origen el término, la imaginación activa es una forma de meditación y psicoterapia que busca expresar activamente el contenido de la imaginación, con la intención de extender puentes entre la consciencia y el inconsciente. La influencia de Jung en Bachelard es conocida. Para ambos, la vida simbólica e imaginaria es tanto o más importante para la configuración de la individualidad y el alma que lo que nos ocurre en la realidad material.
viernes, 6 de diciembre
La Habitación Múltiple #2 de Daniela me remitió a Bachelard, no sólo por asuntos como la imaginación de la materia y el ensueño poético que produce imágenes, sino también por el ámbito específico de las imágenes subjetivas del refugio (los refugios del cuerpo -rincón, habitación, casa- son refugios para el alma, para la mente. Espacios seguros e íntimos donde poder soñar en resguardo, donde poder permitirse ser vulnerable sin miedo). Al concebir sus espacios instalativos como “habitaciones”, Daniela convoca a sus espectadores a conectarse con sus propias subjetividades, fantasías, deseos e intimidades como si estuvieran en la privacidad y comodidad de su habitación personal, sin necesidad de elementos escenográficos o miméticos que recreen una habitación doméstica, sino más bien evocando las sensaciones y pensamientos que tenemos cuando estamos soles con nosotres mismes y que conducen a la segregación de imágenes poéticas. (El espacio en Bachelard, como la materia, funciona como una “hormona para la imaginación”.) El espacio privado, el espacio de nuestra habitación propia (importante el guiño a Virginia Woolf), es también el espacio del ocultamiento. El espacio opaco, cortinas cerradas, puerta cerrada. Adentro. Invisible o velado al afuera. El ocultamiento es otro combustible del deseo. El deseo se enciende detrás de siete velos. Debajo. Entre. El deseo, la curiosidad y el miedo están cercanamente emparentados y todos se crecen en la ambigüedad y la incertidumbre de no saber qué está dentro, debajo o del otro lado de algo. El deseo es la almeja antes de ser abierta, la lengua antes de lamer el cuello, la zorra relamiéndose por el racimo inalcanzable que le gotea en la boca. El deseo, privado de la vista, es pura anticipación. Lugar de añoranza, salida y entrada. Nunca de llegada.
lunes, 9 de diciembre
“El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando piensa”.
-Friedich Hölderlin, Hiperión (1797)
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David Lynch es un creador multidisciplinario inmensamente prolífico. Sin embargo, sólo es el autor de un libro y co-autor de otro. En ambos casos, Lynch usa, desde el título, IMÁGENES (o debo decir “metáforas”) espaciales para hablar del fenómeno de la imaginación, de la facultad de imaginar. Tanto en Atrapar al pez grande como en Cuarto para soñar, Lynch se refiere a la mente entera -consciente, inconsciente- como un océano que cada quien puede explorar únicamente dentro de sí para poder acceder a ese “campo unificado” de donde provienen todas las ideas. En la medida en que demos espacio a la nada oscura en la que nadan nuestros pensamientos como peces, esos pensamientos podrán moverse a sus anchas, relacionándose, reaccionando unos a otros, canibalizándose, prosperando, desarrollándose hasta su expresión máxima, su materialización, su muerte. No son sólo conclusiones a partir de su experiencia; el pensamiento de Lynch también bebe de las fuentes de la ciencia védica, via el Maharishi Mahesh y la Meditación Trascendental. La meditación Zen (zazen) también pone distancia entre la mente-sujeto que piensaimagina y los objetos pensados-imaginados (pensamientos-imágenes), haciendo de la mente un corredor aireado donde todo está de paso y nada se estanca (idealmente), lo que deja en evidencia que no somos nuestros pensamientos; que somos apenas tierra fértil en la que la imaginación puede prosperar o no. Volviendo a Lynch y los Vedas, el océano de la consciencia , es donde la imaginación puede navegar y pescar pensamientos salvajes e indómitos, y a veces, sólo a veces, ponerlos a prueba en el frío y seco territorio de la racionalidad pura y dura. La concepción Zen que aquí aventuro con exceso de libertad, contradice el eslogan cartesiano de “pienso, luego existo”, para sugerir “dejo de pensar (me dejo imaginar sin consecuencias) y, quizás después, me permita existir”. En esta ecuación,[...] existir es imaginar. Volver a Bachelard para dos cosas. Lo primero: la imaginación de la materia. Digamos que Bachelard le atribuye facultades imaginantes a los elementos, y sugiere que son estos la materia prima a partir de la cual les humanes concebimos todo lo que imaginamos, desde la rueda hasta el Jardín de las delicias de El Bosco y Google Lens. Lo segundo que rescato (o me rescata a mí) en el pensamiento Bachelardiano sobre la imaginación poética es su creencia en que la misma es una facultad suprahumana que nos hace a todes trascender nuestra deliciosa, miserable, sensual y mortal circunstancia material y corporal. Vuelvo a las metáforas o imágenes espaciales para hablar de la imaginación. Traigo a la conversación a William Kentridge (pintor y animador sudafricano), quien, en Autorretrato como una cafetera(2022), concibe (“se imagina”) su amplio estudio como una extensión de los escasos centímetros de espacio que le da su cavidad craneal para imaginar. Cuando Kentridge camina sin destino y sin objeto, de un lado a otro de los metros cuadrados de su estudio, saca a pasear a su imaginación, que estira las seis u ocho patas y se nutre y se contamina de su entorno de ideas, noticias, y obras a medio acabar o abandonadas a su suerte. Así como se activa sanamente nuestra visión periférica, dice Kentridge, al caminar sin objeto ni destino, describiendo formas irregulares en el suelo, se activa también nuestro pensamiento periférico. Nuestra imaginación, como un pez en un cuerpo de agua inmenso, se hace más fuerte, más amplia y más dispersa. (Caminar, no me canso de decir, no es sólo poner un pie delante del otro repetidas veces). martes, 10 de diciembre En el su libro Fantasías eróticas (1991), Cristina Peri Rossi habla del erotismo como “una creación de la imaginación y del espíritu sobre el puro instinto”. Para la poeta uruguaya es la imaginación lo que hace posible la cultura, y, como parte esencial de esta, el erotismo. Otra cita de Peri Rossi en el mismo texto: “Desde antiguo se atribuye a los artistas una vida erótica más plena y rica, por su juego habitual con la fantasía, su actitud rebelde frente a las normas sociales y un yo menos rígido”. Otra: “Fueron los poetas los primeros en llamar al orgasmo ‘pequeña muerte’, expresión que luego acogería con beneplácito la psicología y la biología. / Los artistas, antes que los filósofos, establecieron de manera sutil el origen común del amor y del arte: la sublimación del instinto”. Última: “cuando el deseo se encarna en un objeto y entra en relación apasionada con él, el erotismo deja de ser una técnica para convertirse en un arte, o sea, en una creación personal, subjetiva y simbólica”.
miércoles, 11 de diciembre
De la imaginación adolescente de la poeta Maya Angelou en Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado (1969): “Pero las auténticas anómalas, las ‘amantes de las mujeres’, cautivaban y sin embargo, forzaban mi imaginación”[...] “empecé a sentir una profunda compasión por las pisoteadas lesbianas, víctimas de un malentendido. Pensaba que ‘lesbiana’ era sinónimo de hermafrodita y, cuando no era presa del desconsuelo por su triste condición, me preguntaba cómo lograban desempeñar las funciones corporales más sencillas. ¿Tenían varios órganos entre los que elegir? Y, en caso afirmativo, ¿los alternaban o usaban los que les resultaban favoritos? O intentaba imaginar cómo hacían el amor dos hermafroditas y cuanto más cavilaba más confusa me encontraba”. Nancy Friday en Mi jardín secreto (1973): “En realidad, muchas fantasías masturbatorias no conciernen a la vida sexual activa. A veces, la idea de estar desnuda en una playa constituye una imagen sexual necesaria y suficiente” [...] “Un último punto: pienso que el espíritu inventivo de las mujeres, en lo que a los instrumentos de masturbación se refiere, merece que nos detengamos en ello -desde el dedo, el consolador, los cada vez más populares vibradores[...], hasta pepinos, tubos de aspiradoras, cepillos de dientes eléctricos, mangos de cepillos para el pelo de plata incrustada, las exóticas fundas fálicas confeccionadas por los mozos de casa indígenas, hasta simple agua corriente...”
[El Hatillo, 2024.]