“La holoturia”

Publicado en el Gato Negro el 01/02/2024

Por Pedro Marrero Fuenmayor

@torojones_

 

El mar

en mí

no deja dormir

Hanni Ossott, “Vigilia”

Esa mañana al despertar, todavía anclado en mi posición horizontal -decúbito lateral izquierdo- la primera imagen que recibí en mi teléfono fue la de un pepino de mar encerrado en una mano humana y extendiendo un brote de tentáculos semitransparentes desde los bordes de su boca. Me hizo apresurarme a buscar una entrada enciclopédica sobre las holoturias. Ese es el nombre por el que se conoce a esta clase de animales que mora en el fondo de todos los mares. Holoturia proviene del griego holythurion y

quiere decir “que se agita totalmente”. De inmediato, pasé a ser una holoturia de tierra. Como el pájaro de mar. Fuera de mi elemento. Cuerpo alargado de músculos blandos. Un polo, boca. El otro, ano. Una gónada. Infinidad de tentáculos alrededor de una boca. Ávida de todo cuerpo externo para permitirme vivir. Me parezco a un vegetal, pero me agito totalmente. Mi amigue Ana Mirabal me describe en un poema suyo como “un ser que siente con todo su cuerpo.”

Antes de que pasara a designar estrictamente el clímax del placer sexual, la palabra orgasmo, del griego orgasmos -hincharse, madurar, como un fruto- designaba la excitación de cualquier función corporal. Experimentar un orgasmo era, según esa definición, alcanzar la cúspide de toda sensación o función. Colmar-se de sensación. Vivir-se en la concentración de un estallido. Momentos en los que salir de nuestra somnolencia y sentir la presencia inequívoca de nuestro componente corporal.

Mucha gente curiosa o indiscreta me ha preguntado al conocerme si tengo sensación en tal o cual parte o en la totalidad de mi cuerpo. Muchas veces quien responde es mi pareja. Le dice a la gente curiosa o indiscreta que yo siento plenamente. Hipersensibilidad para el roce y el goce, reconozco. Y un altísimo umbral del dolor. Lo reconoce la clínica, siempre muy aficionada a reconocerme. A reconocerme como otro. A nombrar en mí la diferencia. Soy una situación genética que cuestiona en un cuerpo antropomorfo el plan corporal re-conocido como humano. Un cuerpo externo. Un cuerpo extraño. Pájaro de mar, pájaro de cielo, reclamado por la tierra. Cuerpo pesado que no puede prescindir de otros cuerpos, vivos y no, para interactuar con el mundo de los seres y las cosas. Holoturia. Pepino de mar. Animal con nombre de fruto. Fruto maduro del mar. Una abertura me atraviesa a lo largo. El mundo transcurre a través de mí. Me hincho de mundo. El mundo me pulsa como una cuerda tensa y vibro y resueno y me estremezco de mundo en mi posición horizontal. En el sueño, el ensueño y la vigilia.

-Pedro Marrero Fuenmayor (Caracas, enero 2024)